La aviación y su gran transformación hacia vuelos sostenibles

Analizamos cómo la industria aeronáutica enfrenta su mayor desafío: volar de forma sostenible en un mundo que exige acción climática inmediata.
Desde que el ser humano imaginó volar como las aves, la historia de la aviación ha sido una prueba de que los sueños audaces pueden materializarse. Inspirados en mitos como el de Ícaro y más tarde en los diseños visionarios de Leonardo da Vinci, fueron los hermanos Wright quienes, en 1903, lograron el primer vuelo motorizado controlado. Aquella corta travesía de 12 segundos cambió el curso del transporte mundial para siempre. Desde entonces, la aviación ha evolucionado a un ritmo vertiginoso: de los frágiles planeadores de principios del siglo XX a los aviones comerciales capaces de cruzar océanos en pocas horas. La aviación se consolidó como pilar del comercio global, la conexión entre culturas y el turismo internacional. Sin embargo, ese avance ha traído también una creciente presión ambiental.
Hoy, la industria aeronáutica enfrenta su mayor desafío: volar de forma sostenible en un mundo que exige acción climática inmediata. En pleno siglo XXI, cuando el transporte aéreo representa alrededor del 2.5% de las emisiones globales de dióxido de carbono, el llamado es claro: volar ya no es solo cuestión de velocidad y alcance, sino de responsabilidad. Innovar ya no es opcional; es una urgencia.
En este contexto, dos reportes internacionales brindan una perspectiva contundente y necesaria sobre el futuro de la aviación. Por un lado, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) publicó el informe Aircraft Technology Roadmap to 2050, donde se plantea una hoja de ruta tecnológica para reducir las emisiones de carbono a la mitad para el año 2050, tomando como referencia los niveles de 2005. Por otro lado, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), en colaboración con la consultora ICF, presentó el informe Scaling Up Sustainable Fuel, que propone acciones concretas para impulsar el uso de combustibles sostenibles en el sector turístico y de transporte aéreo.
Según el informe de IATA, el camino hacia un futuro sostenible estará marcado por dos grandes olas de innovación. La primera, llamada tecnología evolutiva, se desarrollará hasta 2035 y contempla mejoras dentro del modelo clásico de avión: fuselaje tipo “tubo y ala” con motores turbofan más eficientes, sistemas eléctricos para el rodaje en tierra, materiales compuestos más ligeros y mejoras aerodinámicas como alas de flujo laminar. Estos avances podrían reducir el consumo de combustible en un 25 a 30% respecto a las aeronaves actuales. La segunda ola, la tecnología revolucionaria, apunta al periodo 2035–2050. Aquí se incluyen diseños completamente nuevos como aviones de ala integrada (blended wing body), alas reforzadas, fuselajes dobles, aviones híbridos y eléctricos, y motores de rotor abierto o de ingestión de capa límite. En escenarios optimistas, estas tecnologías permitirían alcanzar reducciones de emisiones de hasta el 50% o más, acercando a la industria a sus metas de descarbonización.
El informe del WTTC complementa esta visión al centrarse en una de las herramientas más viables y urgentes: los combustibles sostenibles para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés). Actualmente, estos combustibles representan apenas el 0.3% del total utilizado en aviación, pero según estimaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, podrían aportar hasta el 65% de la reducción de emisiones necesaria para lograr la neutralidad de carbono en 2050.
El WTTC propone una estrategia escalonada en la que los actores del turismo (aerolíneas, hoteles, agencias y asociaciones) puedan comprometerse en distintos niveles: desde ser colaboradores que apoyan políticas públicas o donan residuos para producir biocombustibles, hasta convertirse en inversores que financien plantas de producción o infraestructura de distribución.
Ambos informes coinciden en que, para lograr un futuro sostenible, no basta con innovar en el diseño de aeronaves: se requiere colaboración multisectorial, políticas públicas coherentes, incentivos fiscales y una transformación profunda en la manera en que la aviación y el turismo conciben su papel en el desarrollo global. Iniciativas como el programa tailandés “Fry to Fly”, donde cadenas hoteleras recolectan aceite de cocina para convertirlo en biocombustible, o la inversión de la aerolínea Jet2 en una planta de SAF en el Reino Unido, muestran que el cambio es posible y rentable.
En paralelo, el futuro también se perfila más rápido. La aviación supersónica, ausente desde la retirada del Concorde, prepara su regreso con nuevos proyectos que prometen unir ciudades como Londres y Nueva York en menos de cuatro horas. Estos aviones, aún en fase de desarrollo, están pensados primero para el mercado ejecutivo y podrían redefinir el mapa del turismo de alta gama. Además, los aviones eléctricos comienzan a consolidarse como una solución para trayectos regionales cortos, especialmente en países como Noruega, que planea electrificar todos sus vuelos domésticos para 2040.
Así, la aviación se enfrenta a un momento de redefinición histórica. El gran reto de nuestro tiempo es volar sin dejar huella.
Si quieres leer los informes completos, anexamos las siguientes referencias:
• Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). (2020). Aircraft Technology Roadmap to 2050. https://www.iata.org/en/iata-repository/publications/economic-reports/aircraft-technology-roadmap-to-2050/
• Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) & ICF. (2025). Scaling Up Sustainable Fuel: Engagement Framework for Travel & Tourism Stakeholders. https://wttc.org/research
Más información:
Dra. Blanca Estela Correa Guevara
blanca.correa@anahuac.mx
Facultad de Turismo y Gastronomía